Sergio Alexis Juárez (20) fue encontrado culpable por un asalto ocurrido en junio de 2017. Quedó demostrado que actuó con otros dos sujetos, todos armados, y que golpearon a las víctimas. Le impusieron una pena de 4 años y 6 meses de prisión.
“Vieji, llamá a la policía que nos la pusieron“, alcanzó a decir Rubén (71), atontado y ensangrentado por los golpes de un delincuente que lo atacaba con la culata de una pistola, sin advertir que su esposa, Vilma (71) había sido sorprendida por otro asaltante en el interior de la casa de una zona descampada del viejo camino a Necochea.
El matrimonio de jubilados sufrió un violento asalto el 1 de junio de 2017 y, por ese hecho, Sergio Alexis Juárez (20) fue condenado a 4 años y 6 meses de prisión por el Tribunal Oral en lo Criminal N°2, mientras que uno de sus cómplices, menor de edad, está procesado por el Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil y, un tercer sujeto que participó del robo nunca fue detenido ni identificado.
En juicio abreviado, el juez Néstor Conti consideró que había pruebas suficientes para condenar a Juárez por “robo agravado por su comisión en despoblado y banda, con el empleo de arma de fuego, arma de fuego no secuestrada, arma impropia y por la participación de un menor de edad en grado de tentativa”.
El hecho juzgado ocurrió el 1 de junio de 2017, cerca de las 14, en una vivienda ubicada en una zona semi rural de Cátulo Castillo al 2400. En el interior de la vivienda se encontraban Rubén y su esposa Vilma, habían terminado de almorzar cuando escucharon que afuera alguien aplaudía para llamar a la puerta. El hombre fue a ver qué sucedía, mientras la mujer le dijo que pondría el agua a calentar para lavar los platos y hacer unos mates.
Del otro lado de la reja había un joven, quien le aseguraba a Rubén que el “perrito” de su hijo se había colado entre los barrotes y había pasado al patio de la casa, que por favor abriera la puerta y se fijara. Rubén, algo dubitativo, accedió a abrir la puerta de su casa e ir hacia el patio para ver si encontraba al animal.
Mientras Rubén buscaba al supuesto “perrito” fue sorprendido por otro sujeto -menor de edad- que estaba oculto en el patio de su casa, quien lo golpeó en el rostró con un revólver calibre 22, largo, marca Jaguar, provocándole un hematoma en la cabeza, cortes en la nariz y pómulo izquierdo. El delincuente, mientras lo atacaba, le exigía dinero y lo insultaba. “La plata viejo de mierda, la plata”.
“Vieji, llamá a la policía que nos la pusieron”, fueron las palabras de Rubén, mientras se reincorporaba de la golpiza y comenzaba a defenderse, a forcejar. En ese momento, no advirtió que Vilma ya no podía pedir ayuda, no podía llamar a la policía.
La mujer de 71 años también había sido sorprendida. Un tercer sujeto -identificado luego como Sergio Alexis Juárez- armado, le había apoyado el caño de una pistola en la cabeza: “Hija de puta dame la plata, te vamos a hacer cagar a vos y a tu marido”, le dijo el delincuente y, para que entendiera que la amenaza era concreta, la ahorcó con la bufanda que ella usaba, la golpeó en las costillas y insistió: “No grite que lo vamos a matar a su marido. Y a usted también”.
La víctima, en el juicio, recordó perfectamente esas palabras. El hombre que le había puesto un caño en la cabeza, que la amenazaba, la ahorcaba y golpeaba, no la tuteaba.
Los tres asaltantes no pudieron concretar el robo. Afuera, un camionero que pasaba por la cuadra con su vehículo, al advertir la situación recorrió a toda velocidad 200 metros hasta llegar a un punto de control de la Policía Local. Inmediatamente los efectivos pidieron apoyo y fueron hasta el lugar.
El delincuente que estaba del otro lado de la puerta, en un claro rol de “campana”, le gritó a sus compañeros: “Viene la policía“, por lo que los asaltantes dejaron de amedrentar a las víctimas y huyeron. Antes de irse, Juárez empujó a Vilma contra un mueble y le dijo: “Se salvó de esta, pero la próxima no“.
Personal policial que llegó al lugar vio a dos hombres que salían de la casa, por lo que los persiguieron con el patrullero unos 200 metros hasta Génova y Ciudad San Cayetano. Allí los uniformados se bajaron del auto y, cuando tuvieron a los sospechosos a unos 50 metros, les impartieron la voz de alto.
Sin embargo, los delincuentes no hicieron caso a la policía y comenzaron a correr por un descampado: Juárez fue hacia la avenida Tetamanti y el otro, menor de edad, hacia la Ruta 88.
El menor sacó un arma de fuego de entre sus prendas y disparó contra el policía que lo perseguía, quien se tiró al suelo y también comenzó a disparar, sin que se registraran heridos en ningún caso.
Segio Juárez, por su parte, intentó escapar pero fue reducido en Canara al 9600. La policía lo identificó fehacientemente y, al revisarlo, no halló en su poder ningún arma de fuego, por lo que sospechan que se la pudo haber descartado entre los pastizales de los descampados.
El menor, en cambio, intentó esconderse dentro de una chimenea abandonada, pero fue fácilmente descubierto por el policía, quien le volvió a dar la voz de alto y ordenó que levantara sus menos. Esta vez, el joven no opuso resistencia y, ya rendido, aceptó que lo esposaran. En su poder tenía un revólver calibre 22, largo, marca Jaguar, con la numeración suprimida, 3 proyectiles percutados y otras 9 balas listas para ser disparas.
De toda la exposición realizada por el fiscal Juan Pablo Lódola, el juez Néstor Conti consideró como único atenuante la falta de antecedentes de Juárez y, como agravante, la violencia empleada en el hecho.
Por estos motivos, es que el juez Conti condenó a Juárez a 4 años y 6 meses de prisión, a cumplir de manera efectiva en la Unidad Penal XV de Batán.